Antecedentes

Las salamandras, especialmente la especie de salamandra común, Salamandra salamandra, han sido conocidas desde los tiempos antiguos por ser venenosas. Igual que otros animales venenosos como los sapos, serpientes y escorpiones, jugaron un papel importante en la mitología durante más de mil años, y se les atribuía un poder mágico. Todos esas creencias demuestran que la salamandra ha ocupado la imaginación y la fantasía de mucha gente durante siglos. Por ello, es probable, que la salamandra común fuera de los primeros animales en ser investigados cuando la química empezó a explorar el mundo de los seres vivos.

Las primeras investigaciones sobre la toxicidad de la ponzoña de las salamandras, dejaron claro que esta sustancia actuaba como neurotoxina. No obstante, los científicos comenzaban a dudar sobre la vieja explicación de que este líquido protegía a las salamandras de los depredadores. Ya que, por un lado, algunos pájaros se alimentan de salamandras, y por otro, que las glándulas venenosas habían ya sido desarrolladas hace millones de años cuando los depredadores potenciales, como algunos mamíferos, aún no existían sobre la Tierra.

En 1994, de manera casual, el químico alemán Gerhard Habermehl, del Departamento de Química de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Hannover, llegó a la conclusión de que el veneno de las glándulas parótidas de la salamandra común poseía una importante capacidad bactericida. Este hecho quedó recogido en su artículo "La relevancia biológica del veneno de salamandra". En esta publicación queda patente que la piel de estos anfibios es muy importante para ellos. Las salamandras poseen una piel fina, húmeda y sin recubrimientos, por donde respiran, y además, toman y pierden agua. Por tanto, cuando los investigadores alemanes extraían todo el veneno de sus glándulas parótidas para hacer sus análisis químicos; las salamandras morían a los pocos días como resultado de procesos infecciosos. Llegándose a las conclusión de que este líquido blanquecino posee actividad antibiótica, defendiendo a las salamandras de las posibles infecciones que pudieran afectar a su piel.

De manera que, ya teníamos la idea para nuestro proyecto, seguir la línea de investigación trazada por el químico alemán, intentando concretar el efecto antibiótico del veneno de la salamandra para unas cepas bacterianas concretas.

Ya teníamos toda la información para...
¡comenzar nuestra investigación!

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